Torpedo 1936 es un clásico del cómic, fue creado por Enrique Sánchez Abuli y plasmado en viñetas por Alex Toth, el cual abandonó la serie en la segunda historia debido a discrepancias con Abuli, pues consideraba la serie extremadamente violenta, fue reemplazado por Jordi Bernet, un autor de formidable trazo que llevó a la serie a su cúspide gráfica, los eficaces guiones de Abuli no exentos de humor negro y sensualidad, junto al grafismo poderoso de Bernet, hicieron de Torpedo la mejor serie negra producida en nuestro pais.
La historia nos contaba las aventuras de Luca Torelli, alias Torpedo, un sicario de gatillo fácil y completamente amoral, cuya historia se desarrolla en el Nueva York de la Gran Depresión, siempre acompañado por su fiel amigo Rascal.
Sin embargo, la relación entre el guionista y el dibujante se terminó en el año 2000 por una demanda de Abuli contra Bernet. Loquillo dedicó una canción a Torpedo y a la discográfica se le olvidó acreditar a Abuli como creador del personaje, esto derivó en una serie de demandas por sus derechos, fuese como fuese aparentemente la serie se había terminado.
Pero tras 17 años de su cancelación, Luca Torelli vuelve otra vez, más maduro y más cabrón, al cargo del mismo está su creador Abuli esta vez acompañado en el dibujo por el argentino Eduardo Risso, autor al que el género negro no le es ajeno gracias a esa fabulosa serie llamada, 100 balas.
Han pasado unas cuantas décadas, estamos en 1972, Torpedo y Rascal son dos ancianos, el primero tiene parkinson y se dedica a dar de "comer" a las palomas, bueno mas o menos, sigue siendo un tipo peligroso, amoral, un verdadero canalla, mientras que Rascal está alcoholizado.
Ambos viven en un pequeño y sucio apartamento, sus mejores años quedaron atrás, la interrupción en sus vidas de un periodista y su novia fotógrafa, les hará enfrentarse a unos hermanos, los Caputo y como es lógico correrá mucha sangre.
Abuli vuelve a lo grande, sigue manejando como nadie el humor negro y un brillante juego de palabras, no es la mejor historia del personaje, pero es una buena carta de presentación, situando al personaje en una vejez nada idealizada, cargada de violencia y muy mala leche.
Risso es un portento, su dibujo es más esquemático que el de Bernet, ahí están sus viñetas con muy pocos fondos, pero sus rostros transmiten más emociones, a la vez que nos acerca sutilmente, la decadencia del entorno del personaje, sin olvidarnos del gran diseño de los personajes que se mueven por la historia.
Buen cómic, que demuestra el buen hacer de sus autores y que el personaje pese al paso del tiempo sigue siendo muy atractivo para el lector.
La historia nos contaba las aventuras de Luca Torelli, alias Torpedo, un sicario de gatillo fácil y completamente amoral, cuya historia se desarrolla en el Nueva York de la Gran Depresión, siempre acompañado por su fiel amigo Rascal.
Sin embargo, la relación entre el guionista y el dibujante se terminó en el año 2000 por una demanda de Abuli contra Bernet. Loquillo dedicó una canción a Torpedo y a la discográfica se le olvidó acreditar a Abuli como creador del personaje, esto derivó en una serie de demandas por sus derechos, fuese como fuese aparentemente la serie se había terminado.
Pero tras 17 años de su cancelación, Luca Torelli vuelve otra vez, más maduro y más cabrón, al cargo del mismo está su creador Abuli esta vez acompañado en el dibujo por el argentino Eduardo Risso, autor al que el género negro no le es ajeno gracias a esa fabulosa serie llamada, 100 balas.
Han pasado unas cuantas décadas, estamos en 1972, Torpedo y Rascal son dos ancianos, el primero tiene parkinson y se dedica a dar de "comer" a las palomas, bueno mas o menos, sigue siendo un tipo peligroso, amoral, un verdadero canalla, mientras que Rascal está alcoholizado.
Ambos viven en un pequeño y sucio apartamento, sus mejores años quedaron atrás, la interrupción en sus vidas de un periodista y su novia fotógrafa, les hará enfrentarse a unos hermanos, los Caputo y como es lógico correrá mucha sangre.
Abuli vuelve a lo grande, sigue manejando como nadie el humor negro y un brillante juego de palabras, no es la mejor historia del personaje, pero es una buena carta de presentación, situando al personaje en una vejez nada idealizada, cargada de violencia y muy mala leche.
Risso es un portento, su dibujo es más esquemático que el de Bernet, ahí están sus viñetas con muy pocos fondos, pero sus rostros transmiten más emociones, a la vez que nos acerca sutilmente, la decadencia del entorno del personaje, sin olvidarnos del gran diseño de los personajes que se mueven por la historia.
Buen cómic, que demuestra el buen hacer de sus autores y que el personaje pese al paso del tiempo sigue siendo muy atractivo para el lector.
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