Nos acercamos al fin de la saga donde el Capitán América debe enfrentarse a uno
de sus grandes villanos, el genetista Arnim Zola, señor absoluto de un extraño
mundo conocido como la Dimensión Z.
El guionista Rick Remender logra un trabajo cuando menos sorprendente, ya que consigue librarse de la influencia que Ed Brubaker ejerció sobre el personaje durante ocho años, dando su toque personal a la serie, no sólo al cambiar el contexto del personaje si no también por hacer interesante a un segundón como Zola y lograr que Jet (Negra Azabache) la hija del villano, crezca dentro de la serie hasta rivalizar en importancia con El Capi. Todo ello en el marco de un mundo hostil y ultraviolento donde impera la supervivencia a cualquier precio.
El número anterior acabó con una enorme sorpresa, la llegada de Sharon Carter a la estación de combate que hace las funciones de hogar del villano y como esta dispara a Ian, el hijo adoptivo del Capi; por supuesto Sharon no sabe nada del tema, ya que sólo ve al niño con un arma en la mano y a Rogers en peligro.
Mientras la fortaleza flotante de Zola y sus mutados se acerca amenazante a nuestro mundo, El Capi debe hacer un último esfuerzo y enfrentarse al villano por última vez, el destino de dos mundos depende del resultado de la batalla.
Hemos llegado a un punto donde los sucesos pasan ante nuestros ojos a velocidad de vértigo, Remender combina con maestria, una mezcolanza genérica como es la ciencia ficción en su versión catastrofista y las aventuras, para darnos una sobredosis de adrenalina, sin que por ello se resienta la trama. Todo sigue el ritmo y las pautas que nos marca el guionista y es que esta saga del Capitán América lo tiene todo, acción a raudales, épica, sorpresas y algunas gotitas de drama, que enriquecen la historia y por lo tanto consiguen una de las etapas del Centinela de la Libertad más frescas y sorprendente en muchos años. Si a esto añadimos un excelente trabajo gráfico de John Romita Jr. la cosa gana muchos enteros y aun nos queda un último número de una saga que hasta el momento está resultando espectacular y que sin duda será un referente en el devenir del personaje.
El guionista Rick Remender logra un trabajo cuando menos sorprendente, ya que consigue librarse de la influencia que Ed Brubaker ejerció sobre el personaje durante ocho años, dando su toque personal a la serie, no sólo al cambiar el contexto del personaje si no también por hacer interesante a un segundón como Zola y lograr que Jet (Negra Azabache) la hija del villano, crezca dentro de la serie hasta rivalizar en importancia con El Capi. Todo ello en el marco de un mundo hostil y ultraviolento donde impera la supervivencia a cualquier precio.
El número anterior acabó con una enorme sorpresa, la llegada de Sharon Carter a la estación de combate que hace las funciones de hogar del villano y como esta dispara a Ian, el hijo adoptivo del Capi; por supuesto Sharon no sabe nada del tema, ya que sólo ve al niño con un arma en la mano y a Rogers en peligro.
Mientras la fortaleza flotante de Zola y sus mutados se acerca amenazante a nuestro mundo, El Capi debe hacer un último esfuerzo y enfrentarse al villano por última vez, el destino de dos mundos depende del resultado de la batalla.
Hemos llegado a un punto donde los sucesos pasan ante nuestros ojos a velocidad de vértigo, Remender combina con maestria, una mezcolanza genérica como es la ciencia ficción en su versión catastrofista y las aventuras, para darnos una sobredosis de adrenalina, sin que por ello se resienta la trama. Todo sigue el ritmo y las pautas que nos marca el guionista y es que esta saga del Capitán América lo tiene todo, acción a raudales, épica, sorpresas y algunas gotitas de drama, que enriquecen la historia y por lo tanto consiguen una de las etapas del Centinela de la Libertad más frescas y sorprendente en muchos años. Si a esto añadimos un excelente trabajo gráfico de John Romita Jr. la cosa gana muchos enteros y aun nos queda un último número de una saga que hasta el momento está resultando espectacular y que sin duda será un referente en el devenir del personaje.
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