jueves, 18 de abril de 2019
Kill or be Killed
Nuevo y esperado trabajo de uno de los mejores equipos creativos del medio, nos referimos a Ed Brubaker y Sean Phillips, ambos han creado obras tan notables como Sleeper, Criminal; The Fade Out o Fatale, en esta obra dan su particular versión sobre los vigilantes justicieros, la soledad y la inadaptación social.
Dylan es un anodino y depresivo estudiante universitario, que comparte habitación con su mejor amigo Mason y la novia de este Kira, él ama a la joven y esta en un principio no le corresponde, lo que le lleva a arrojarse por la azotea de su edificio, queda dolorido y magullado pero no consigue acabar con su vida, esa misma noche se le aparece un demonio con la consigna de que mate para él, que acabe con la vida de malas personas si no lo hace la próxima muerte será la suya y para demostrarle que no es un sueño, le rompe el brazo. Asi todos los meses Dylan debe pagar su deuda de sangre, empieza por un pederasta y prosigue con un proxeneta ruso, aparte su relación con Kira se complica.
En este relato Brubaker, hace una narración en primera persona que ayuda al lector a saber lo que pasa por la mente de Dylan y emplea flashbacks para entender como llegó a convertirse en un justiciero solitario, el guionista calibra muy bien la constante lucha interna del personaje a la hora decidir quien merece morir y quien no, también es notable la ambigüedad que rodea las motivaciones que lo llevan al crimen, ya que no está del todo claro que el demonio sea real o una alucinación para revertir una vida solitaria y triste.
Este "Matar o Morir" tiene algo de Criminal, no deja de ser ser un potente relato "noir" y de Fatale con sus elementos sobrenaturales, pese a ello la idea parte de una premisa muy original.
El trabajo de Phillips es sencillamente genial, demostrando estar en plena madurez creativa, su potente lápiz y fluida narrativa ayuda a potenciar la historia, incluso tiene tiempo para experimentar, ahi están esas Splash Pages con los laterales en blanco, sencillamente maravillosas. La bella paleta de colores de Elzabeth Breitweiser es el complemento perfecto para una obra que no tiene ningún tipo de fisuras ni argumentales ni gráficas.
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