Fantastic Voyage
USA 1966
Director: Richard Fleischer.
Productora: Twentieth Century Fox.
Productor: Saul David.
Argumento: David Duncam, según una novela de Otto Klement y Jay Lewis Bixby.
Guión: Harry Kleiner.
Fotografía: Ernest Laszlo.
Música: Leonard Rosenman.
Montaje: William B. Murphy.
Decorados: Walter M. Scott y Stuart A.Reiss
Efectos Especiales: L.B. Abbott, Art Cruickshank y Emil Kosa jr.
Intérpretes: Stephen Boyd, Raquel Welch, Edmond O'Brien, Donald Pleasence, Arthur Kennedy, William Redfield, Arthur O'Connell,Jean Del Val, Bary Coe, Ken Scott, James Brolin, Shelby Grant.
En una obra tan irregular y estimulante como la de Richard Fleischer, no es de extrañar encontrar una joya en bruto de la talla de Viaje alucinante. Frecuentador impenitente de todo tipo de géneros, prolifico hacedor de peliculas, Fleischer se enfrentó al género de ciencia-ficción con un bagaje nada despreciable, su vital adaptación de 20.000 Leguas de viaje submarino (1956). Algo de Julio Verne también tiene la historia de Viaje alucinante, pelicula planteada con un rigor de escuadra y cartabón que sufrió un rodaje lento y prolijo que acabó con los nervios de los actores.
Los efectos especiales, aunque pensados y diseñados al detalle, entorpecian la fluidez del trabajo diario, y Fleischer se las tuvo que ver con una plantilla desmoralizada que no comprendia, que a veces, en un solo día, se rodaran sólo un par de planos.
El gran presupuesto del film, (seis millones y medio de dólares) se invirtió en monumentales decorados que reproducian , multiplicados por cien mil, los órganos humanos (el corazón media 45 metros). El atrezzo, aquejado de gigantismo, dificultaba la marcha del rodaje: por poner un ejemplo, el submarino del film no era una maqueta, si no un modelo de tamaño natural y planteaba problemas insolubles a la hora de rodar con una enorme pantalla azul como fondo.
Las secuencias de exteriores del submarino también tuvieron su truco, se suspendió a los actores de un cable y se les fotografió a 72 imágenes por segundo para que luego proyectadas a velocidad normal, dieran la impresión de ser excelentes nadadores en un medio acuoso como el plasma.
Hasta aquí queda demostrado que el aspecto primordial de Viaje alucinante es el técnico. Todos los efectos especiales, los juegos de luces de colores, y los diferentes trucos cinematográficos son los que en realidad interesan, en una función que es pura magia y no pretende ser otra cosa.
Un cientifico checo, Jan Benes, realizando estudios sobre la miniaturización de las personas, sufre un accidente y se le detecta un coágulo de sangre en el cerebro, su competencia norteamericana ve necesario intervenir al paciente. Un equipo de cientificos se reducen al tamaño de microbios metidos dentro de un submarino diminuto, con el fin de meterse en el cuerpo de Benes, deshacer el coágulo y salvarle la vida. Sólo tienen una hora para lograrlo, antes de volver a tamaño normal, el viaje será peligroso, las defensas querrán cumplir su misión a rajatabla y matarlos.
Lo original del punto de partida, no quita importancia a una indefinición de personajes y situaciones que reconocia el propio director, consideraba que el guión con el que había trabajado era muy flojo. Preocupado por elevar el listón técnico, Fleischer se centró mucho más en el reto que suponía dirigir y programar efectos especiales que en hacer creíble la historia que estaba contando.
Es más, Viaje alucinante es verosimil (delirios kistchs aparte) en cuanto a decorados y colores de fondo y no lo es en cuanto a personajes. Todo esto no molesta en el film, que se deja ver con agrado y el cual se desarrolla ante nuestros ojos con vertiginosa fluidez.
Hay tres secuencias especialmente brillantes, la travesia por el corazón, la lucha de los anticuerpos y la comilona que se montan los glóbulos blancos a costa del villano de la función (Donald Pleasence). Sólo por estos minutos de metraje valdría la pena el visionado de esta pelicula y como colofón, al director se le escapa una gota de lirismo, los cientificos escapan de su muerte a través de una lágrima.
USA 1966
Director: Richard Fleischer.
Productora: Twentieth Century Fox.
Productor: Saul David.
Argumento: David Duncam, según una novela de Otto Klement y Jay Lewis Bixby.
Guión: Harry Kleiner.
Fotografía: Ernest Laszlo.
Música: Leonard Rosenman.
Montaje: William B. Murphy.
Decorados: Walter M. Scott y Stuart A.Reiss
Efectos Especiales: L.B. Abbott, Art Cruickshank y Emil Kosa jr.
Intérpretes: Stephen Boyd, Raquel Welch, Edmond O'Brien, Donald Pleasence, Arthur Kennedy, William Redfield, Arthur O'Connell,Jean Del Val, Bary Coe, Ken Scott, James Brolin, Shelby Grant.
En una obra tan irregular y estimulante como la de Richard Fleischer, no es de extrañar encontrar una joya en bruto de la talla de Viaje alucinante. Frecuentador impenitente de todo tipo de géneros, prolifico hacedor de peliculas, Fleischer se enfrentó al género de ciencia-ficción con un bagaje nada despreciable, su vital adaptación de 20.000 Leguas de viaje submarino (1956). Algo de Julio Verne también tiene la historia de Viaje alucinante, pelicula planteada con un rigor de escuadra y cartabón que sufrió un rodaje lento y prolijo que acabó con los nervios de los actores.
Los efectos especiales, aunque pensados y diseñados al detalle, entorpecian la fluidez del trabajo diario, y Fleischer se las tuvo que ver con una plantilla desmoralizada que no comprendia, que a veces, en un solo día, se rodaran sólo un par de planos.
El gran presupuesto del film, (seis millones y medio de dólares) se invirtió en monumentales decorados que reproducian , multiplicados por cien mil, los órganos humanos (el corazón media 45 metros). El atrezzo, aquejado de gigantismo, dificultaba la marcha del rodaje: por poner un ejemplo, el submarino del film no era una maqueta, si no un modelo de tamaño natural y planteaba problemas insolubles a la hora de rodar con una enorme pantalla azul como fondo.
Las secuencias de exteriores del submarino también tuvieron su truco, se suspendió a los actores de un cable y se les fotografió a 72 imágenes por segundo para que luego proyectadas a velocidad normal, dieran la impresión de ser excelentes nadadores en un medio acuoso como el plasma.
Hasta aquí queda demostrado que el aspecto primordial de Viaje alucinante es el técnico. Todos los efectos especiales, los juegos de luces de colores, y los diferentes trucos cinematográficos son los que en realidad interesan, en una función que es pura magia y no pretende ser otra cosa.
Un cientifico checo, Jan Benes, realizando estudios sobre la miniaturización de las personas, sufre un accidente y se le detecta un coágulo de sangre en el cerebro, su competencia norteamericana ve necesario intervenir al paciente. Un equipo de cientificos se reducen al tamaño de microbios metidos dentro de un submarino diminuto, con el fin de meterse en el cuerpo de Benes, deshacer el coágulo y salvarle la vida. Sólo tienen una hora para lograrlo, antes de volver a tamaño normal, el viaje será peligroso, las defensas querrán cumplir su misión a rajatabla y matarlos.
Lo original del punto de partida, no quita importancia a una indefinición de personajes y situaciones que reconocia el propio director, consideraba que el guión con el que había trabajado era muy flojo. Preocupado por elevar el listón técnico, Fleischer se centró mucho más en el reto que suponía dirigir y programar efectos especiales que en hacer creíble la historia que estaba contando.
Es más, Viaje alucinante es verosimil (delirios kistchs aparte) en cuanto a decorados y colores de fondo y no lo es en cuanto a personajes. Todo esto no molesta en el film, que se deja ver con agrado y el cual se desarrolla ante nuestros ojos con vertiginosa fluidez.
Hay tres secuencias especialmente brillantes, la travesia por el corazón, la lucha de los anticuerpos y la comilona que se montan los glóbulos blancos a costa del villano de la función (Donald Pleasence). Sólo por estos minutos de metraje valdría la pena el visionado de esta pelicula y como colofón, al director se le escapa una gota de lirismo, los cientificos escapan de su muerte a través de una lágrima.
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