Si bien el primer número viene guionizado por Chris Claremont y David Micheline y es la tipica historia de relleno, donde el Capi debe enfrentarse a un empresario especulador que contrata a un pirómano y asi al arder los edificios, se hace con los solares a un precio risible.
La siguiente está firmada por Jim Shooter y Micheline, historia autoconclusiva y francamente anodina, y en ella el Capi debe dar un mensaje a un joven de parte de su padre, nada del otro mundo si el chaval no perteneciera a una banda de moteros de ideología nazi, ni la presencia de un villano de la colección de Spiderman como es el Doctor Octopus, hace que la cosa mejore.
La tercera es la única de este volumen que no está dibujada por Zeck, ya que el dibujo corre a cargo de Alan Kupperberg y cuenta con guiones de Al Milgrom, en ella nuestro héroe debe fugarse de una prisión de alta seguridad, para demostrar al alcaide que la misma es segura; durante su encierro, varios presos intentarán acabar con su vida. Otra historia de relleno bastante floja y que poco añade a la grandeza del Capi.
Las siguientes historias son una mini-saga de tres números y es la carta de presentación de DeMatteis, en ella el Capitán América debe viajar a Hollywood para hacer publicidad en una superproducción basada en su vida, cosa que no le agrada mucho, pero la aparición de un nuevo héroe llamado Nómada, estimula su curiosidad, ya que ese nombre fue el mismo que utilizó el Capi después del final de la saga del Imperio Secreto.
En su estancia en Hollywood, debe hacer frente a un grupo de saboteadores, un complot para desacreditarlo a los ojos de la opinión publica y emplearse a fondo con dos viejos enemigos, el gigantesco androide llamado el Ameridroide y el villano que mueve los hilos en la sombra, Cráneo Rojo. No es una saga especialmente brillante, sin embargo es de lectura ágil y muy entretenida.
El siguiente número y que da nombre al volumen Sueños Americanos, vemos grandes y inexplicables cambios en la vida de nuestro héroe, la realidad tal y como la conocemos está siendo alterada, por un grupo de poderosos telépatas a cuyo mando está un anciano, con grandes ideales, aunque sus métodos para conseguir un mundo mejor no son los correctos, otra historia entretenida, en donde destaca una realidad paralela donde los nazis dominan América y los mutantes son perseguidos, asi como los negros y los judios.
La siguiente historia son dos números, donde el Capi debe formar equipo con Spiderman y Nick Furia, para derrotar a otro villano de medio pelo llamado Sultan. El malo tiene poca chicha y la historia se deja leer; estos números estan guionizados por un desganado David Anthony Kraft.
Y para cierre, el Centinela de la Libertad debe enfrentarse a un agitador social vestido como un espadachin, que puede pasar por un presunto Errol Flynn y que responde al hilarante nombre del Hombre de la Calle. Este quiere derribar a los viejos simbolos e ideales de América, de los cuales el Capi es su mayor representación, asi que la batalla está servida.
El encargado del dibujo de prácticamente todo el volumen, menos una historia es Mike Zeck, autor que venia de dibujar a Sang-Chi, Master of Kung-fu, y que tras la marcha de Byrne de la colección vio la oportunidad de dibujar a uno de sus héroes favoritos; aunque en estos primeros números, se va haciendo con el personaje, dibujante de corte clásico y de trazo dinámico, no brilla debido a la falta de un buen entintador, este apartado corria a cargo de una agencia llamada Quickdraw Studios y que no estaba a la altura de las circunstancias; la llegada de John Beatty ayudó a potenciar el arte de Zeck.
Historias herederas de su época, que están muy lejos de ser el gran clásico que
nos quieren vender, algunas de ellas están muy politizadas, con ideas un tanto
simplista sobre la sociedad de primeros de los 80, es cierto que es el principio
de la etapa de estos autores y tal vez le estén cogiendo el pulso al personaje,
y en próximos números la cosa mejore, con todo ello me llevé una pequeña
decepción, que me hizo añorar la anterior etapa formada por Roger Stern y John
Byrne.
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