Todo estaba ahi, la ola gigante creada por Namor que arrasó New York, la batalla de la Antorcha con el Principe Submarino, el nacimiento del Centinela de la libertad, espias nazis, Pearl Harbor.
Brubaker lo sabia, solo hacia falta unirlo, engranarlo, darle un toque de modernidad y hacer participe al lector de que el universo Marvel empieza en la Golden Age, con unos heroes tan atractivos como los actuales.
En los comics de la época se retratan a estos primeros heroes de forma idealista y un tanto inocente. Brubaker borra esta supuesta inocencia y nos muestra a unos personajes tan duros como el mundo que les rodea, con unos personajes más cercanos a las novelas pulp que al cómic-book.
Y que mejor excusa para crear un cómic que rindiera un sentido homenaje a los viejos heroes de la Timely (Marvel) que el 70 aniversario de la creación de la editorial. Es cierto que ya se hizo brillantemente en la imprescindible Marvels de Busiek y Ross.
Pero Brubaker va un poco más lejos que su predecesora, al explicarnos algunos detalles que desconociamos, como la causa de la furia del Principe Submarino y su odio visceral contra la raza humana, o comprobar como un androide como la Antorcha puede llorar al ver la barbarie humana, o el nacimiento del Capitán América contado por el espia nazi que intentó acabar con su vida, o el tratamiento que da a Bucky, alejándolo de mera comparsa del Capi.
Pero la verdadera matriz de esta obra es el Angel, un interesante personaje del cual desconociamos muchas facetas, pues sabemos el origen de los demás personajes, pero el Angel nos pilla por sorpresa. Encima Brubaker lo potencia para hacerlo el narrador y el nexo común de esta fascinante época llena de prodigios.
No es una obra de culto como Marvels, pero si una historia muy entretenida y bien contada que trata con la diginidad que se merecen a estos primeros heroes de la editorial.
En cuanto a la parte gráfica, Epting cumple sobradamente y rinde un sincero homenaje a autores como Carl Burgos, creador de la Antorcha, pues dibuja al androide como un gran borrón de fuego, sobre el que se intuye la presencia de un cuerpo. También rinde homenaje, en las escenas de la destrucción por parte de la Antorcha de los cazas japoneses a Alex Schomburg, un prodigioso portadista de la Timely.
Una buena obra creada por dos autores cuya unión es sinónimo de calidad y de los cuales esperamos con ansiedad que prosigan esa maravillosa obra que es su aproximación al mundo del Capitán América.
Brubaker lo sabia, solo hacia falta unirlo, engranarlo, darle un toque de modernidad y hacer participe al lector de que el universo Marvel empieza en la Golden Age, con unos heroes tan atractivos como los actuales.
En los comics de la época se retratan a estos primeros heroes de forma idealista y un tanto inocente. Brubaker borra esta supuesta inocencia y nos muestra a unos personajes tan duros como el mundo que les rodea, con unos personajes más cercanos a las novelas pulp que al cómic-book.
Y que mejor excusa para crear un cómic que rindiera un sentido homenaje a los viejos heroes de la Timely (Marvel) que el 70 aniversario de la creación de la editorial. Es cierto que ya se hizo brillantemente en la imprescindible Marvels de Busiek y Ross.
Pero Brubaker va un poco más lejos que su predecesora, al explicarnos algunos detalles que desconociamos, como la causa de la furia del Principe Submarino y su odio visceral contra la raza humana, o comprobar como un androide como la Antorcha puede llorar al ver la barbarie humana, o el nacimiento del Capitán América contado por el espia nazi que intentó acabar con su vida, o el tratamiento que da a Bucky, alejándolo de mera comparsa del Capi.
Pero la verdadera matriz de esta obra es el Angel, un interesante personaje del cual desconociamos muchas facetas, pues sabemos el origen de los demás personajes, pero el Angel nos pilla por sorpresa. Encima Brubaker lo potencia para hacerlo el narrador y el nexo común de esta fascinante época llena de prodigios.
No es una obra de culto como Marvels, pero si una historia muy entretenida y bien contada que trata con la diginidad que se merecen a estos primeros heroes de la editorial.
En cuanto a la parte gráfica, Epting cumple sobradamente y rinde un sincero homenaje a autores como Carl Burgos, creador de la Antorcha, pues dibuja al androide como un gran borrón de fuego, sobre el que se intuye la presencia de un cuerpo. También rinde homenaje, en las escenas de la destrucción por parte de la Antorcha de los cazas japoneses a Alex Schomburg, un prodigioso portadista de la Timely.
Una buena obra creada por dos autores cuya unión es sinónimo de calidad y de los cuales esperamos con ansiedad que prosigan esa maravillosa obra que es su aproximación al mundo del Capitán América.
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