Un signo de los tiempos que corrían fue la decisión de Barry Windsor-Smith, a principios de 1973, de abandonar Marvel. Tras 24 números en Conan the Barbarian, Windsor- Smith estaba dispuesto a despedirse, no sólo de la serie sino de los cómics en general.
Mientras, Neal Adams, famoso por por su trabajo para Marvel, por la Patrulla-X y los Vengadores, había adoptado una actitud similar; se aprestó incluso a organizar a autores que no estaban satifechos con las condiciones imperantes en la industria e hizo un gran esfuerzo en DC para conseguir reconocimiento y retribución económica para los olvidados creadores de Superman.
La deserción de estos jóvenes y talentosos autores simbolizaba los problemas existentes en la industria, donde los comics-books eran al mismo tiempo un negocio y una forma de arte.
Los talentos más idealistas no estaban conformes con las restrincciones editoriales, las exigencias de los calendarios y plazos de entrega. Puestos a elegir un trabajo apresurado o no respetar una fecha de entrega, muchos dibujantes optaban por esto último, aun cuando significase un retraso de publicación o tener que echar mano de una reedición para cubrir un número determinado.
Barry Smith, en concreto, estaba molesto por el hecho de recibir a cambio de su trabajo, cada vez más cuidado, una cantidad idéntica a la que habría recibido de realizar un trabajo mediocre y le resultaba frustante que una técnica tan elaborada como la suya entrañase una menor producción y por ello, menores ingresos. " Es una lucha continua", comentó Smith en su día, " y ya estoy cansado de luchar".
Roy Thomas, amigo de los autores rebeldes, parece entender la postura de estos. "Trataron de seguir su propio camino", comenta, " y se tomaron muy en serio lo que hacían, no les interesaba únicamente el dinero"
Como director artitico, John Romita se sintió decepcionado."Hubo toda una generación de dibujantes en los años 70", comenta "formada por jóvenes muy serios pero de talante incorformista. Gente que nosotros creímos que seguirían el camino recorrido tradicionalmente por otros autores. Se marcharon para crear sus propios negocios y hacer sus propios experimentos artísticos". Con todo Romita reconoce que estos espíritus inconformistas contribuyeron, con el tiempo a mejorar la situación de los autores en la industria. "Creo que hicieron bien en seguir su instinto" comenta. " A mí jamás se me hubiese ocurrido negar mis servicios o marcharme. A ellos hay que agradecerles, en parte, que las cosas sean hoy más justas para todos
Mientras, Neal Adams, famoso por por su trabajo para Marvel, por la Patrulla-X y los Vengadores, había adoptado una actitud similar; se aprestó incluso a organizar a autores que no estaban satifechos con las condiciones imperantes en la industria e hizo un gran esfuerzo en DC para conseguir reconocimiento y retribución económica para los olvidados creadores de Superman.
La deserción de estos jóvenes y talentosos autores simbolizaba los problemas existentes en la industria, donde los comics-books eran al mismo tiempo un negocio y una forma de arte.
Los talentos más idealistas no estaban conformes con las restrincciones editoriales, las exigencias de los calendarios y plazos de entrega. Puestos a elegir un trabajo apresurado o no respetar una fecha de entrega, muchos dibujantes optaban por esto último, aun cuando significase un retraso de publicación o tener que echar mano de una reedición para cubrir un número determinado.
Barry Smith, en concreto, estaba molesto por el hecho de recibir a cambio de su trabajo, cada vez más cuidado, una cantidad idéntica a la que habría recibido de realizar un trabajo mediocre y le resultaba frustante que una técnica tan elaborada como la suya entrañase una menor producción y por ello, menores ingresos. " Es una lucha continua", comentó Smith en su día, " y ya estoy cansado de luchar".
Roy Thomas, amigo de los autores rebeldes, parece entender la postura de estos. "Trataron de seguir su propio camino", comenta, " y se tomaron muy en serio lo que hacían, no les interesaba únicamente el dinero"
Como director artitico, John Romita se sintió decepcionado."Hubo toda una generación de dibujantes en los años 70", comenta "formada por jóvenes muy serios pero de talante incorformista. Gente que nosotros creímos que seguirían el camino recorrido tradicionalmente por otros autores. Se marcharon para crear sus propios negocios y hacer sus propios experimentos artísticos". Con todo Romita reconoce que estos espíritus inconformistas contribuyeron, con el tiempo a mejorar la situación de los autores en la industria. "Creo que hicieron bien en seguir su instinto" comenta. " A mí jamás se me hubiese ocurrido negar mis servicios o marcharme. A ellos hay que agradecerles, en parte, que las cosas sean hoy más justas para todos
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