martes, 14 de mayo de 2013

Minutemen # 5: El núcleo del demonio

Penúltimo número de la precuela dedicada a los Minutemen, grupo al que el autor Darwyn Cooke sigue exprimiendo, los dias brillantes y felices de la Edad de Oro llegan a su fin y toda la serie destila pesimismo y oscuridad.
Como en los anteriores números, todo empieza en 1962 donde Hollis sigue intentando publicar su novela sobre el grupo, en la que desnuda todas las miserias del mismo, esta vez intenta convencer a Sally, pero sólo consigue su desaprobación y asi vuele a retrotraerse a 1947.
Y empezamos fuerte, con la muerte de Dollar Bill, una de las más absurdas y risibles del mundo del cómic, el personaje muere al engancharse su capa en un puerta giratoria. Sally abandona el grupo y se casa con Larry, pero sigue viéndose con el Comediante.
A un grupo mermado por los abandonos y las defunciones, se presentan dos miembros nuevos, El Oficial y El Explorador. Nada fuera de lo común, si no fueran dos tipos disfrazados como personajes cómic, algo asi como si se presentaran Batman y Robin, estos nuevos personajes les avisan sobre una conspiración por parte de un grupo de japoneses que tienen la intención de utilizar uranio para contaminar New York.
Consiguen derrotarlos, aunque por el medio haya muertos y alguna que otra sorpresa, sobre todo sobre la identidad de los nuevos miembros y lo que sin duda se convierte en su mayor dia de triunfo y gloria, es encubierto por el gobierno y asi abatidos, abandonan el grupo.
Sin embargo, un nuevo golpe se abate sobre ellos y es su desenmascaramiento durante la Caza de Brujas, propiciada por el Congreso y cuyo máximo valedor era el senador McCarthy. Pero aunque el fin del grupo es evidente, la trama continua y con más intensidad, ya que Hollis prosigue su investigación sobre la desaparición de niños y todo apunta a su antiguo compañero Justicia.
Cooke sigue contándonos a ritmo lento pero constante el declive del grupo de justicieros al acercarse a la era Watchmen, un sólido muro del que sus piedras se van resquebrajando.
Si una cosa sabe el autor es crear atmósferas y asi desarrolla una historia brillante y bien hilvanada, que para nada socaba el espiritu de la obra original y aprovecha para mostrarnos una dura critica al falso sueño americano de los 50. A poco que se aplique en su final esta obra nos dejará momentos inolvidables.

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