jueves, 14 de marzo de 2013

Minutemen # 3

Prosigue el acercamiento del autor canadiense Darwyn Cooke a los héroes creados en Watchmen por Alan Moore y Dave Gibbons, los justicieros conocidos como los Minutemen.
La serie ha sido sólida desde el principio, pero si bien los dos primeros números agregaban muy poco a la historia del grupo, este nº 3, marca el punto de inflexión donde el autor bucea de verdad en la psicologia de los personajes, ofreciéndonos un material nuevo y fracamente interesante.
Como viene siendo habitual, la historia empieza en 1962, donde Hollis Mason es abordado por un "amigo" de Nelson Gardner (Capitán Metrópolis), recriminándole la intención de publicar su libro Bajo la capucha, donde el mismo Nelson no sale muy bien parado. Este hecho le hará volver la vista al pasado y contarnos los sucesos que afrontaron los Minutemen y que llevaron a su declive, la cosa empieza con el intento de violación descrito en Watchmen, donde estaban implicados Espectro de Seda y el Comediante; Cooke pasa sabiamente de mostrarnos escenas escabrosas y se centra en el juicio donde el Comediante es expulsado del grupo, aunque no todos están conformes con esta decisión.
A destacar también a Ursula Zandt (Silueta), que demuestra que es el corazón y la conciencia del grupo y prácticamente el único miembro del equipo preocupado por la tarea de luchar contra el crimen, implicada en cuerpo y alma en desbaratar una trama de pornografia infantil.
Descubrimos también el amor que siente Hollis hacia ella, aunque este desconoce que la chica es lesbiana y vive con Gretch, su doctora particular y amante. El Comediante es retratado por parte de Cooke, como una figura razonablemente simpática sin dejar de lado sus oscuras aristas y amoralidad.
Minutemen sigue siendo la joya de la corona de ese deslabazado conjunto que es Antes de Watchmen. Esta es la obra de un autor en estado de gracia, que con su inmenso talento sigue enriqueciendo el universo creado por Moore y Gibbons.
Gráficamente la serie es sobresaliente, basta con obsevar como el autor presenta a los héroes en los cómics que lee Hollis, donde son representados de forma idealista muy al estilo de la Golden Age, comparándolos con los actuales y sus miserias, esto crea un efecto paradójico que enlaza perfectamente con el tono agridulce de la serie.
En definitiva, una obra que nos está dejando grandes momentos y que número a número sigue creciendo en calidad.

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