sábado, 17 de septiembre de 2011

The Time Travelers

USA 1964
Director: Ib Melchior.
Productota: Dobil, para American International.
Productor: William Redin.
Guión: Ib Melchior.
Fotografía: William Zsigmond.
Efectos Especiales: David Wewit.
Intérpretes: Preston Foster, Merry Anders, John Hoyt, Dennis Patrick, Carol White, Joan Woodbury.

Unos cientificos, que trabajaban en experimentos en principio ajenos a los viajes temporales, tropiezan con el hallazgo casual de una suerte de televisión/puerta con la cual conectan con imágenes del futuro. Sencillamente atravesando ese portal están ya unos millones de años por delante de su siglo.
El porvenir, naturalmente no es un lecho de rosas, se produjo la temida hecatombe fruto de guerras mundiales con artefactos atómicos, la vida "normal" está bajo tierra, contando con un ejército de androides para defenderse de las razas mutantes que pululan por la superficie incordiando a la menor oportunidad y la refencia a los canibales de El tiempo en sus manos (1960) no es una frivolidad.
Al llegar a estos parajes desoladores, los sabios de nuestra era deciden ayudar a sus descendientes en la construcción de una nave cuyo destino sería un colonia modelo "Arca de Noé" dirigida a Alfa Centauro, hipotético lugar donde establecer el comienzo de un nueva vida.
Uno de los eruditos contemporáneos se plantea volver a 1964 con la máquina del tiempo para atreverse a variar la historia y evitar el desastre nuclear, una misión que se revela imposible. La única alteración será la de crear un bucle en cuyo interior irán viajando eternamente los temerarios hombres de ciencia, repitiendo las mismas peripecias una y otra vez.
Sin dudarlo, esta es la pelicula más entonada del asombroso Melchior. Escritor de relatos fántasticos, guionista de algunos titulos nada destacables del genero Repticulus (1962) o Journey to the Seven Planet (1961), ambas bajo el mecenazgo del ahorrativo productor Sidney Pink, pronto se convirtió en realizador de pequeñas muestras de la corriente más sencilla e ingenuista en la ciencia ficción, por ejemplo la incalificable The Angry Red Planet (1961) con el recurso del Cinemagic, un somero celofán de colorines delante del objetivo para ambientar el rojizo paisaje marciano.

Melchior nunca defrauda, si se sabe bien lo que uno quiere ver: un prodigio de imaginación sin freno en un formato menor, una estética comiquera que sonrojaría al minimamente exigente espectador, aunque liberarse de las convicciones adultas, ser cómplice de su cine naif es un ejercicio de regocijante humildad.

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