martes, 27 de diciembre de 2011

Women of the Prehistoric Planet

USA 1966
Director: Arthur C. Pierce.
Productora: Standar Club of California.
Productor: George Gilbert.
Guión: Arhur C. Pierce.
Fotografía: Archie Dalzell.
Efectos especiales: Howard A. Anderson.
Intérpretes: Wendell Corey, Keith Larsen, John Agar, Irene Tsu, Paul Gilbert, Stuart Margolin, Merry Anders.
Duración: 91 minutos. Color.

Un grupo de astronautas del planeta Centauro, entre los que se encuentran Wendell Corey, Keith Larsen, Irene Tsu y el mitico (entre los aficionados a la serie B), John Agar, emprende una arriesgada misión en busca de los supervivientes de una de sus naves estrellada hace tiempo contra la superficie de un planeta desconocido.
Cuando la expedición de los chicos de Centauro llega al planeta en cuestión, se encontrarán con un mundo salvaje en que los dinosaurios imponen su ley. En este mundo indómito, los recien llegados no encuentran más supervivientes que un único joven (Paul Gilbert) quien apenas era un niño en el momento del accidente y por tanto no recuerda nada de sus origenes.
Al contemplar a la hermosa astronauta, interpretada por Tsu, el jovencito se verá atraído por ella hasta el extremo de raptarla con motivos un tanto dudosos, gracias al tacto de la chica, el joven acabará convencido de su procedencia.
Por desgracia, justo en el momento en que se dispone a acompañar a la expedición hasta Centauro, unas tremendas erupciones volcánicas obligan a los astronautas a abandonar a la pareja. Al alejarse del planeta, uno de los expedicionarios bautiza al planeta con el nombre de Tierra, de modo que el espectador se lleva la gran sorpresa (si es que ya no lo sospechaba) al descubrir que los dos jóvenes centurianos, en realidad son Adán y Eva.
Realizada de forma deficiente y con unos pobres efectos visuales, Women of the Prehistoric Planet constituye una acumulación de despropósitos que comienzan por su mismo e inexplicable titulo, ya que en el planeta no hay ni una sola mujer prehistórica.
A Wendell Corey, los cinéfilos más ortodoxos lo recordarán por La ventana indiscreta (1954) de Alfred Hitchock, si bien los aficionados al fantástico le identificarán por la indescriptiblemente cutre The Astro-Zombies (1968) de Ted V. Mikels. Por su parte el director del engendro, ese mismo año firmaria otra aberración de nombre Las Vegas Hillbillies, una comedieta digna de pasar a la historia del cine tan sólo por haber conseguido reunir a la dos rubias más opulentas del celuloide.

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