jueves, 29 de marzo de 2012

The Angry Red Planet

USA 1960
Director: Ib Melchior.
Productora: SINO.
Productor: Sod Pink y Norman Mauren.
Director de fotografía: Stanley Cortez.
Efectos especiales: Hernan Townsley.
Intérpretes: Gerald Mohr, Nora Hayden, Les Tremayne, Jack Kruschen.
Duración: 94 minutos. Color,

Hacia finales de los años 50 se realizaron las peliculas más hilarantes sobre viajes espaciales, subgénero de importancia capital dentro del cine de ciencia-ficción. Escondidas en un aluvión de propuestas cabales, del que Planeta prohibido (1956) o Cuando los mundos chocan (1951) serian una representación sería, aparerecieron un buen número de risibles y atrofiados acercamientos al tema, de los cuales The Angry Red Planet constituiría un paradigma aceptable.
Empapado de la filosofía de la época, no olvidemos que el reducto donde iba a parar la ciencia-ficción era la serie B, donde se manejaban presupuestos ridiculos, y que era ésta una etapa del cine en la que la creatividad se invertiría en el desarrollo de técnicas de publicidad y de presuntos avances técnicos que en hacer buenas peliculas.
El dúo Pink/Melchior, francotiradores desde el insondable abismo del cine ultrabarato, utilizó para la realización de The Angry Red Planet uno de esas "maravillas" de la técnica, el Cinemagic, que consistía en la aplicación de un filtro de color naranja sobre la lente de la cámara y que daba un tono rojizo.
El procedimiento se justificaba mediante el risible argumento de la pelicula: bajo el influjo de ciertas drogas, una mujer astronauta recuerda un viaje a Marte. El equipo formado por Ib Melchior y Sid Pink nos remite a los mejores tiempos del género, en los que una avalancha de alocadas ideas y primarias técnicas vinieron a revolucionarlo, bastaba con encontrar la tesitura narrativa adecuada para incorporar esas "nuevas técnicas".
Al margen de las genialidades tecnológicas, la pelicula contiene un elenco de monstruos perfecto. Marcianos con tres ojos, una ameba inteligente y una agresiva mutación combinada de rata, cangrejo y murciélago, forman la que quizá sea la puesta en escena más desternillante del género.
Ingenio a raudales, imaginación máxima al servicio de la ciencia ficción más absurda. En suma, un clásico imprescindible del despropósito con carisma.

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