martes, 17 de enero de 2012

El último hombre...vivo

THE OMEGA MEN
USA 1971
Director: Boris Sagal.
Productora: Walter Seltzer Productions.
Productor: Walter Seltzer.
Guión: John William Corrington.
Fotografía: Russell Metty.
Intérpretes: Charlton Heston, Anthony Zerbe, Rosalind Cash, Paul Koslo, Lincoln kilpatrick, Eric Laneuville.

Al igual que la primera versión cinematográfica de la extraordinaria novela de Richard Matheson "Soy leyenda", la mediocre pelicula italiana protagonizada por Vincent Price L´Ultimo Uomo della Terra (1964), el presente largometraje transforma radicalmente todo el sentido del texto original.
Robert Neville (Charlton Heston) parece ser el único humano que ha quedado inmune a una terrible plaga bacteriológica que causa todos los sintomas del vampirismo. Refugiado en su hogar en la ciudad de Los Angeles que antes del desastre compartia con su esposa e hija, Neville mata vampiros y por la noche se recluye en su casa e investiga la forma de encontrar una cura para la terrible enfermedad.
Mientras que la novela centraba toda su efectividad en la angustia soportada por el único superviviente humano a una devastadora guerra química y el hecho de ser acosado sin piedad por una especie de mutantes vampiricos, el film de Sagal, en cambio prefiere presentar al protagonista como un heroico y autosuficiente superhombre capaz de defenderse con solvencia de los ataques de los zombies, pertenecientes a una oscura e indeterminada secta de cáracter mistico.
El argumento (más bien errático), se limita a una sucesión casi continua de enfrentamientos entre el superviviente, empeñado en hallar un suero capaz de salvar a la humanidad y los perseverantes zombies, cuyo único objetivo parece ser cazar a Neville.
Gran parte del impacto psicológico de la novela queda diluido al anular el carácter legendario y temible que para los vampiros va adquriendo poco a poco la figura del superviviente, convertido en el verdadero mal a extirpar de una sociedad compacta que busca por todos los medios adaptarse a la nueva situación.
Realizada con aburrida correción e interprertada por un Heston que da muestras de su más desbocado narcisismo escénico, El último hombre vivo presenta como mayor atractivo la oportunidad de presenciar uno de los últimos trabajos del maestro de fotografía Russel Metty "La fiera de mi niña (1935), Imitación a la vida (1959), Sed de Mal (1958)", haciendo gala aqui, de forma un tanto ostentosa, de su gusto por los claroscuros preciosistas, todo un lujo visual para una producción de tan escaso intéres como ésta.

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