lunes, 29 de noviembre de 2010

Diego Valor

Cómic de ciencia-ficción, equivalente español a sus conocidos homólogos norteamericanos de Flash Gordon o Buck Rogers. Obra del guionista Enrique Jarnés Bergua (Jarber) y de los dibujantes Adolfo Álvarez Buylla y Braulio Rodríguez (Bayo), al último de los cuales reemplazaría más adelante Francisco Fernández-Zarza (Jano), inició su publicación en 1954 bajo el sello de la editorial Cid, alcanzando un total de 168 números entre sus dos series, la segunda de las cuales apareció en 1957. Éstos se caracterizaban por poseer un formato apaisado de pequeño tamaño, inferior al habitual de las publicaciones de su época, lo cual se debía en que, para su impresión, se aprovechaban los recortes de papel sobrantes de otras obras de la editorial.
Pero lo curioso de este caso, algo excepcional en la ciencia ficción española, es que Diego Valor no se inició en el cómic ni en la literatura, sino en la radio en forma de un exitoso serial de la cadena SER, tras lo cual pasó al papel. Su origen tuvo lugar en forma de versión española de otro héroe espacial británico, Dan Dare, piloto del futuro, que del cómic original pasó a la radio.
 La cadena SER adquirió los derechos del serial radiofónico, cuyos guiones modificó Jarber españolizándolos convenientemente tal como marcaban los cánones de la época, aunque más adelante, al agotarse el material original, escribió guiones propios. La experiencia resultó un éxito, ya que se extendió durante cuatro temporadas, desde 1953 hasta 1958, radiándose un total de más de mil episodios episodios y saltando el personaje al cómic, como ya se ha comentado, e incluso al teatro.
Diego Valor, un español -por supuesto- del siglo XXI, viaja a Venus junto con sus compañeros de aventura Portolés, Laffite y Beatriz Fontana, la inevitable novia, viviendo trepidantes aventuras en el misterioso planeta poblado, ¡faltaría más!, por varias razas rivales que guerrean entre sí. Por supuesto existe también un malvado rival del protagonista, el Gran Mekong, emperador de los wiganes, una pérfida raza enemiga de las otras dos, a las cuales intenta esclavizar con la oposición del intrépido astronauta español.
Una vez resuelto el conflicto de Venus tras una decisiva batalla en la Luna, con la consecuente victoria de los buenos, Diego Valor extendería sus correrías por todo el Sistema Solar, algo que no le debía de resultar demasiado complicado dado que la capital de la Tierra era Madrid, y su astródromo interplanetario estaba situado tan sólo a treinta kilómetros de ella, en la ciudad de Alcalá de Henares

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