viernes, 26 de noviembre de 2010

El Increible Hombre Menguante.

The Incredibly Shrinking Man

USA 1957
Director: Jack Arnold.
Productora: Universal.
Guión: Richard Matheson.
Productor: Albert Zugsmith.
Fotografia: Ellis M.Carter
Efectos Especiales: Clifford Stine, Alexander Golitzin, Robert Clatworthy, A. Hoffman, y Everett A. Brousard
Intérpretes: Grant Willians, Randy Stuart, April Kent, Paul Langton, Raymond Bailey, William Schallert, Frank Scanell y Billy Curtis.
Duración: 81 minutos. B/N

Mientras disfruta de una idilicas vacaciones a bordo de su yate, Scott Carey (Grant Williams) sufre un inesperado accidente: una nube radioactiva interfiere en su trayectoria y su cuerpo queda expuesto a la radiación. La intoxicación al principio no tiene ningún tipo de repercusión sobre Scott, hasta que al cabo de unas semanas y ya en su hogar, el hombre empieza a menguar.
Se inicia asi el terrible calvario de un ciudadano medio y convencional que después de una plácida vida en un entorno acogedor, ve como la cotidianidad se torna en amenaza, cómo seres insignificantes como un gato o una araña se convierten en peligrosas amenazas.
Abandonado por su mujer, perdido en la inmensidad de su hogar, Scott acaba aceptando su destino, menguar hasta lo incomprensible, pero no todo está perdido, pues se le abre un mundo nuevo, lleno de infinitas posibilidades de explorar los misterios de la materia, de descubrir nuevos microversos.
Esta pelicula es la adaptación de El Hombre Menguante, la segunda novela (publicada en 1956) del escritor norteamericano Richard Matheson, el propio escritor firma el guión de su obra y está dirigida por un Jack Arnold en estado de gracia.

Arnold, director hasta entonces de obras menores, que el tiempo ha hecho grandes (It Came From Outer Space, La Mujer y el Monstruo o Tarantula) logró en El Increible Hombre Menguante su mejor trabajo, en el que adoptando el punto de vista y la perspectiva más inquietantes, consiguió reflejar, no solo la paranoia de la América de la guerra fria, si no la soledad del hombre y la insignificancia de este ante la vida y sus misterios. Algo que ya apuntaba el libro de Matheson, pero que no hubiera sido posible sin la mirada cruel de Arnold.
El grandilocuente y aparatoso final de la pelicula, un tanto excesivo, impuesto a Matheson y que no fue del todo de su agrado, no puede evitar que esta pelicula se convirtiera en una de las más grandes obras maestras de la ciencia-ficción.

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